En el suplemento del periodico de hoy venia un reportaje de otra heroína olvidada y poco conocida.:
Irena Sendler (En la imagen posa sonriendo con uniforme de enfermera durante el levantamiento de varsovia, en 1944)Parece que Hollywood se propone hacer una película sobre su vida.
Se trata de una trabajadora social Polaca, que durante la ocupación alemana de su país salvó la vida de 2.500 niños judíos, sacándolos a escondidas del gueto de Varsovia frente a las mismísimas narices de las tropas nazis.
Al contrario de Oscar Schindler, Irena Sendler seguía siendo una heroína desconocida fuera de Polonia y apenas reconocida en su país por algunos historiadores. Los años de oscurantismo comunista y el hecho de que ella nunca contó a nadie nada de su vida durante la II Guerra Mundial hicieron que su historia permaneciese oculta.
En 1999 un grupo de estudiantes Norteamericanos en un trabajo de fin de curso sobre los héroes del Holocausto dan con alguna referencia de Irena Sendler y se extrañan de que no exista información de una persona que salvó a 2.500 niños. La gran sorpresa llegó cuando buscaban la tumba de Irena, debido a que sigue viva a día de HOY!, es una anciana de 97 años que reside en una residencia de ancianos en Varsovia, y en su habitación nunca faltan flores y tarjetas de agradecimiento que le llegan de todo el mundo.
Irena Sendler es trabajadora social de los más necesitados y cuando Alemania invade Polonia su trabajo se hizo más necesario en los comedores sociales donde también se entregaban ropas y dinero a las familias judías, inscribiéndolas con nombres católicos falsos para evitar las suspicacias de los soldados alemanes.
En 1942, deportaciones se hicieron más frecuentes y los nazis encerraron a todos los judíos de Varsovia, unos 400.000 en un área acotada de la ciudad y rodeada por un muro. El gueto fue la tumba para miles y miles de personas, que morían diariamente por inanición o enfermedades. Irena estaba horrorizada y como muchos polacos, decidió que había que actuar para evitar l barbarie que asolaba las calles de la capital. Consiguió un pase del departamento de Control Epidemiológico de Varsovia para poder acceder al gueto de forma legal. Allí entraba diariamente a llevar comida y medicinas, "siempre portando un brazalete con una estrella de David como símbolo de solidaridad y para no llamar la atención de los nazis."
Una vez dentro, la joven trabajadora social entendió que el objetivo del gueto era la muerte de todos los judíos y que era urgente sacar al menos a los niños más pequeños para que tuviesen la oportunidad de sobrevivir. Fue así como comenzó a evacuarlos de todas las formas imaginables. Dentro de ataúdes, en cajas de herramientas, entre restos de basura, como enfermos de males muy contagiosos, ..., cualquier sistema era válido si conseguía sacar a los pequeños del infierno.
Otra manera era a través de una iglesia con dos accesos, uno al gueto y otro secreto al exterior. Los niños entraban como judíos y salían al otro lado como nuevos católicos. "No hice todo lo que pude, podría haber hecho más, mucho más y haber salvado así a más niños", sigue lamentándose hoy día.
Irena que por aquel entonces era una joven madre, lo hacía "porque tiene un corazón inmenso, no hay nada más" explica su biógrafa.
Una vez fuera del horror, era necesario elaborar documentos falsos para lo s niños. Irena apuntaba entonces en pedazos de papel las verdaderas identidades e los pequeños y sus nuevas ubicaciones, y luego enterraba las notas dentro de botes y frascos de conserva bajo un gran manzano en el jardín de su vecino, frente a los barracones de los soldados alemanes. Allí aguardó, sin que nadie lo sospechase, el pasado de los 2.500 niños de Gueto hasta que los nazis se marcharon.
La Gestapo entró en acción e Irena fue interrogada y sometida a tortura, le rompieron los pies y las piernas, pero ella nunca reveló el lugar en el que estaban ocultos los niños ni las personas que colaboraban con ella. Tampoco los meses que pasó en la terrorífica prisión de Pawlak, bajo el atento cuidado de los carceleros alemanes, quebraron su silencio.
No dijo ni una sola palabra cuando fue condenada a muerte, una sentencia que nunca se cumplió porque, camino del lugarde ejecución, el soldado la dejó escapar. La resistencia le había sobornado. no podían permitir que Irena muriese con el secreto de la ubicación de los niños. Así fue como pasó a la clandestinidad y aunque oficialmente figuraba como ejecutada, en realidad permaneció escondida hasta el final de la guerra participando activamente en la resistencia.
"Yo no hice nada especial, sólo hice lo que debía, nada más", dice irritada con un hilillo de voz que se escapa a través e la venta. Irena apenas existe físicamente, lleva años encadenada a su silla de ruedas, en parte debido l las lesiones que arrastra tras las torturas a las que fue sometida por la Gestapo.
Fallecio el 12 de mayo de 2008
Fuente:
Suplemento El Mundo