La supuesta figura fue descubierta en 1999 por el equipo de excavaciones del arqueólogo alemán Lutz Fieldler, a 15 m de profundidad, en un sedimento fluvial del río Draa, cerca de la localidad de Tan-Tan (al norte de Tarfaya, Marruecos).
El contexto arqueológico que acompañaba a la figura era, sin lugar a dudas, un Achelense medio evolucionado con numerosos bifaces y utensilios sobre lasca, con una edad estimada entre 500.000 y 300.000 años, lo que podía convertirla en la primera representación antropomorfa esculpida por otra especie anterior al Homo Sapiens, que para este tiempo podría ser contemporánea del Homo Heidelbergensis.
La forma general de este pequeño guijarro de cuarcita se asemeja a una figura humana pero es totalmente natural y no ha sido modificada de forma intencionada por la mano de ninguna especie del género Homo.
Se han encontrado cerca de herramientas de piedra, la figura se recogió del yacimiento junto con mas muestras hasta que alguien que se percató de su forma humana. En un examen bajo microscopio, se desestimó su fabricación de forma artificial.
La figura tiene las siguientes dimensiones: 5.8cms alto; 2.6cms de ancho; 1.2cms de espesor.
Sin embargo, desde el principio la pieza ha suscitado la controversia, ya que, para algunos arqueólogos no es más que un objeto natural casualmente antropomorfo. Entre ellos, Stanley Ambrose de la Universidad Urbana-Champaign de Illinois, quien sostiene que estamos ante un guijarro de morfología fortuita y accidental, producto de la erosión; aunque reconoce las marcas de percusiones que tiene la pieza, para él se deben a que pudo haber sido utilizada como yunque y, aunque, efectivamente, tiene restos de una sustancia grasienta con algo de ocre, es posible que ésta hubiese sido usada como conservante en las pieles de animales (hecho común en la Prehistoria); niega, por tanto, que el ser humano haya potenciado deliberadamente la forma humana en este «pedrusco».
Por su parte, muchos estudiosos se han apresurado a aceptar la veracidad del descubrimiento, basándose en los análisis del experto Robert Bednarik presidente de la Federación Internacional de Organizaciones sobre Arte Rupestre (I.F.R.A.O.) y máximo paladín de la discutida estatuilla.
El Australiano Bednarik, aún reconociedo que el origen de la roca es natural, opina que algún “artista” prehistórico profundizó conscientemente sus rasgos, para hacerlos más humanos, por medio de incisiones y percusiones intencionales; además de pintarla de color ocre (óxido de manganeso y óxido de hierro), sustancia que no aparece en ningún otro artefacto de los encontrados en la excavación y que, a menudo, se ha asociado al ámbito espiritual en la Prehistoria.
Fuente:
BBC