Dos fósiles de ballena, una hembra embarazada y un macho de la misma especie, revelan que estos animales daban a luz en tierra y proporciona nueva información sobre cómo estos mamíferos pasaron de vivir en la tierra a hacerlo en el mar. Una expedición de investigadores de la Universidad de Michigan en Ann Arbor (Estados Unidos) descubrió los fósiles en 2000 y 2004 en Pakistan. Tienen una antigüedad de 47,5 millones. El equipo publica sus descubrimientos en la revista digital PloS.
En realidad este es el primer descubrimiento de un esqueleto fetal de una ballena extinguida en el grupo conocido como Archaeoceti y representa una nueva especie denominada Maiacetus inuus. Maiacetus significa 'madre ballena' y Inuus era una diosa romana de la fertilidad. El feto estaba dispesto bocabajo para el parto, como en los animales terrestres pero a diferencia de las ballenas modernas, lo que indica que estas ballenas seguían dando a luz en tierra.
Otro indicio del estilo de vida de las ballenas es el desarrollado conjunto de dientes del feto, lo que sugiere que los recién nacidos de esta especie estaban equipados para valerse por sí mismos en vez de indefensos al inicio de su vida.
El espécimen macho de 2,6 metros de largo fue descubierto cuatro años más tarde en los mismos lechos fósiles. Comparte las características anatómicas con la hembra de la especia pero su esqueleto, casi completo, es un 12 por ciento más grande y sus dientes caninos o colmillos un 20 por ciento mayores.
Los grandes dientes de la ballena, bien preparados para capturar y comer el pescado sugieren que los animales vivían en el mar, probablemente iban a tierra sólo a descansar, aparearse y dar a luz. Como otros arqueocetos, los Maiacetus tenían cuatro patas modificadas para que sus pies tuvieran fuerza para nadar y aunque estas ballenas podían soportar su peso sobre estos miembros, se cree que no caminaban muy lejos en tierra.
Según los investigadores, estos animales se mantenían en la costa y vivían en primera línea de playa, entrando y saliendo del mar.
En comparación con fósiles de ballena previos, los de Maiacetus ocupan una posición intermedia en la distancia evolutiva que las ballenas recorrieron en su paso de la tierra al mar. Por este motivo, estos fósiles ofrecen nueva información sobre los cambios estructurales y de conducta que acompañaron esta transición.
Fuente:
ADN