Reconstrucción de “Hurdia victoria” realizada por los científicos canadienses . / Science.
Hace entre 540 a 500 millones de años, un depredador llamado 'Hurdia victoria' dentro de la rama de los anomalocarídidos y sus primos cercanos dominaban los primitivos mares cámbricos, donde se hicieron más grandes que otros organismos, de los que seguramente se alimentaban.
Hurdia, según aseguran esta semana en la revista Science, ha permitido conocer aspectos muy importantes de la evolución primitiva de los artrópodos en aquel momento de explosión de la vida en los océanos.
Algunos de los fósiles de este depredador, de unos 20 centímetros de longitud, fueron descritos por primera vez en 1912, cuando fueron localizados en la formación Burgess Shale, un yacimiento paleontológico de Canadá reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco debido a su espectacular riqueza.
El problema es que gran parte de los fragmentos estaban dispersos en diferentes instituciones y habían sido clasificados de forma errónea, al menos, en ocho géneros diferentes. Allison C. Daley, de la Universidad de Upsala, y sus colegas, canadienses y británicos, decidieron reconstruir el rompecabezas.
Los estudiosos de las primeras piezas ya habían descubierto a principios del siglo XX que formaban parte de algo parecido a un crustáceo, pero desconocían que había otros fragmentos en diferentes colecciones, descritos como medusas, pepinos de mar y otros artrópodos.
En los años 90 del siglo pasado, nuevas expediciones descubrieron más especímenes en Burgess Shale, así como cientos de piezas aisladas que hacían pensar que 'Hurdia' era más de lo que parecía. El último fragmento importante, y muy bien conservado, apareció cuando se rebuscó en las viejas colecciones del Museo Nacional Smithsonian, de Washington (EE.UU.).
En los años 70 y 80 se pensaba que era un artrópodo, pero después se pasó a pensar que se trataba de un extraño ejemplar del famoso depredador monstruoso 'Anomalocaris', un camarón extinto relacionado con los anteriores.
Ahora, el nuevo estudio aclara las características físicas de Hurdia y sus semejanzas y diferencias con otros anomalocarididos. Como ellos, según se describe en el artículo, presenta un cuerpo segmentado, dos pares de garras principales en su zona ventral y una quijada de estructura circular con muchos dientes.
La diferencia principal con sus congéneres es un enorme caparazón con tres partes que se proyecta hacia la parte frontal de la cabeza del animal. "Una estructura como ésta no se había visto antes en artrópodos, ni fósiles ni vivos", reconoce Allison Daley.
Daley señala que el uso de este gran caparazón "es un misterio" porque en muchos animales sirve como protección de las partes más blandas del cuerpo, como ocurre con los cangrejos o las langostas, pero éste no es el caso porque se trata de una estructura vacía. "Sólo se puede conjeturar para qué pudo ser útil", añade la investigadora.
Tanto Hurdia como Anomalocaris serían antepasados muy primitivos del linaje evolutivo que llevó a los artrópodos, un grupo que hoy incluye a los insectos, los crustáceos, las arañas y los ciempiés.
Además, Hurdia tenía una gran papada, que cubría buena parte de su cuerpo y que, probablemente, tenía como misión proporcionar el suficiente oxígeno a un animal que era un nadador muy activo.
Fuente:
El Mundo