Petróleo Inorgánico vs. Petróleo fósil

Petróleo Inorgánico vs. Petróleo fósil



Imagen de una prospección petrolífera en el desierto de Libia.

Ya había escuchado algo de este tema, pero no lo había tomado en serio hasta que he dado con un artículo de la revista de Red Eléctrica de España que está escrito por Pablo Francescutti, periodista y profesor de la universidad Rey Juan Carlos en el que se hace eco de las afirmaciones de ciertos científicos que plantean la procedencia inorgánica del petróleo, para ellos la etimología de la palabra no es una metáfora, es un reflejo de su verdad científica petróleo – aceite de piedra.

Hace unos años, el pozo petrolífero de la isla Eugene 8golfo de México) comenzó a agotarse. A finales de los ochenta apenas producía 4.000 barriles diarios. Una década más tarde, y como por arte de magia, el oro negro volvió a brotar con fuerza, a un ritmo de 15.000 barriles al día. No solo eso: ¡El yacimiento se estaba rellenando! El enigma se acrecentó aún más cuando el análisis sísmico localizó una falla profunda en la base del depósito, de donde fluía un rio de petróleo procedente de nadie sabe dónde. Episodios parecidos son invocados por algunos expertos como la prueba indubitable de la existencia de cantidades casi ilimitadas de petróleo a profundidades insospechadas, un petróleo salido literalmente de las piedras que rellena pozos semivacíos. Así lo afirma la teoría Abiótica.

Recordando la teoría convencional sobre la formación del petróleo, siempre se nos enseño que los helechos, los dinosaurios, el plancton del jurásico, todos los seres vivientes que, al morir, se hundieron en lechos fangosos en condiciones anaeróbicas que impidieron su descomposición. En esas circunstancias la combinación de bacterias, presión y calor los convirtió en hidrocarburos; de ahí que se asocien a formaciones sedimentarias ricas en materia orgánica.

La Teoría Adiabática ofrece otra explicación, el petróleo se originó en os vastos yacimientos de carbono encerrados en el manto terrestre, los cuales, al cabo de larguísimos procesos químicos, se habrían transformado en fluidos que fueron ascendiendo paulatinamente a las capas superficiales de la corteza. Entre los científicos que defendieron esta teoría están desde Georgius Agricola, un célebre minerólogo del S. XVI, hasta el naturalista Alexander von Humboldt (convencido de que el petróleo venezolano era el destilado de rocas primordiales sometidas a la acción volcánica), pasando por el creador de la tabla periódica de elementos, Dimitri Mendeleiev, quien sostenía que “los metales alcalinos y las rocas carbonatadas podrían crear hidrocarburos”, apunta Jesús Sánchez Caba, profesor de Combustibles en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).



Agrícola, Humboldt y Mendeleiev, defensores de la procedencia inorgánica del petróleo.

Hoy en día son pocos los que discuten el origen fósil de los combustibles, los avances en geofísica y geoquímica han contribuido a ello. “Hoy casi nadie discute el origen biológico del petróleo, sobre todo por la presencia de compuestos óptimamente activos únicamente producidos por animales y plantas. El desacuerdo se limita a cómo tuvo lugar exactamente esa conversión”, afirma el profesor Sánchez Caba. Solo unos pocos científicos los discuten, algunos rusos y el físico estadounidense Thomas Gold, responsables de la resurrección de la teoría abiótica en las últimas décadas.

Gold, fallecido en 2004, sostenía que el petróleo era un recurso renovable, que la presencia de ciertos biomarcadores, se debía a que a medida que el fluido migra a la superficie desde el manto (situado a 30.000 metros de profundidad en tierra firme o a 8.000 metros en zonas oceánicas), sufre el ataque de bacterias termófilas, las causantes de tales biomarcadores.

Otros argumentos a favor del enfoque abiótico aluden al metano, el principal componente del gas natural y el hidrocarburo más abundante en la corteza terrestre. Un trabajo del Departamento de Energía de EEUU apunta la existencia de inmensos yacimientos a 100 o 200 km bajo tierra, muy por debajo de donde deberían situarse de acuerdo a la teoría orgánica. Se ha visto, además, que las chimeneas o manantiales submarinos emanan burbujas de metano e hidrógeno. Un estudio con radiocarbono de muestras tomadas en la Ciudad Perdida (un campo de chimeneas situado en el fondo del Atlántico) reveló que se trata de “una fuente de carbono inorgánico procedente del manto, infiltrada a través de rocas encajantes”, según Giora Proskurowski de la Escuela de Oceanografía de la Universidad de Washington, lo que le lleva a postular que “en condiciones naturales podría haber síntesis abiótica de hidrocarburos en un medio de rocas ultramáficas, agua y calor moderado”.



Plataforma petrolífera marina.

Aparte tenemos la evidencia experimental, un equipo de científicos de la Universidad de Indiana en EEUU logró producir metano en condiciones parecidas a las existentes en el manto superior terrestre. Demostraron que se pueden formar hidrocarburos mediante sencillas reacciones inorgánicas, temperaturas de 500ºC y presiones de 7 gigapascales, a partir de materiales presentes en dichos estratos, por último su argumentación se vio reforzada por el reciente descubrimiento de auténticos océanos de metano en algunos astros del sistema solar (Júpiter, Saturno, Urano y Titán), donde jamás hubo vida.
La teoría abiótica posee implicaciones de gran calibre, pues de confirmarse habría muchísimo más hidrocarburos de lo pensado. En verdad, la industria del petróleo apenas habría raspado la corteza terrestre, prácticamente no existen pozos operativos más allá de 7.000 metros de profundidad, más abajo según los partidarios de esta teoría aguardan depósitos colosales que acabarían con las especulaciones del fin del petróleo.

El mayor obstáculo que se opone a la teoría abiótica del origen del petróleo es el conocimiento empírico acumulado durante más de un siglo de perforaciones y prospecciones. Casi sin excepción, los yacimientos se localizan a profundidades que van de 4.000 a 5.500 m, afirman los expertos de la industria. Más abajo la temperatura sube a 135ºC, un calor suficiente para quebrar los enlaces químicos de los hidrocarburos, por lo que las brocas que traspasan ese límite se topan con depósitos vacíos o, en el mejor de los casos, de gas natural.

Representación esquemática de una extracción tipo de petróleo y gas.

Gold y sus seguidores insistían en que si la industria buscase en los lugares adecuados, encontraría más oro negro del que descubre actualmente. Empeñado en demostrar sus afirmaciones, convenció al Gobierno de Suecia de perforar granito sólido (roca cristalizada a partir de lava fundida en las entrañas del planeta, libres de residuos orgánicos). En 1998 los suecos se gastaron una enorme cantidad de dinero en abrir un pozo de 6.800 m a través del granito, para obtener apenas 80 barriles de petróleo. El ínfimo resultado no le impidió a Gold cantar victoria, aunque los escépticos replicaron que se trataba de petróleo procedente de arenas bituminosas-orgánicas-adyacentes al granito.

Más convincente parece e relato de las perforaciones en la cuenca Dnieper-Donetz, “una docena de grandes campos de gas y petróleo fueron descubiertos en una región considerada sin potencial petrolífero”, asegura el profesor Vladilen A. Krayushkin, del Instituto de Ciencias Geológicas de Kiev. “Su exploración se levó a cabo conforme a las previsiones de la teoría ruso-ucraniana del origen abiótico del petróleo. Las perforaciones que condujeron a los hallazgos se hicieron en el zócalo cristalino, donde se localizaron reservas que ascienden a 65.000 millones de barriles recuperables de petróleo y a 100.000 millones de m³ de gas”.

En Occidente tales afirmaciones no terminan de creerse, los especialistas prefieren atribuir los hallazgos a desplazamientos estratigráficos. “El petróleo es un fluido que emigra y puede recorrer miles de kilómetros por debajo de la tierra, hasta el punto de que nunca se lo encuentra donde se formó”, señala Sánchez Caba. Desde este punto de vista, el rellenado de los pozos se debería a la migración de depósitos incrustado en rocas del jurásico, que quedaron por debajo de su profundidad habitual. Los movimientos tectónicos han mezclado drásticamente los estratos rocosos, dejando a las capas sedimentarias –más jóvenes- cargadas de petróleo y gas, debajo de las rocas más antiguas, presentado de ese modo la engañosa apariencia de que el petróleo procede del zócalo cristalino precámbrico.

Incluso aceptando que “existen vastos depósitos intacto de hidrocarburos rellenando algunos pozos, esto parece tener escaso impacto en la producción mundial, amenazada por el agotamiento de decenas de miles de pozos petrolíferos y gasíferos”, comenta el analista Richard Heinberg, “con lo que dicho rellenado carecería de relevancia comercial”.

Lo mismo valdría para los depósitos profundos de metano. “Su extracción requeriría una proeza ingenieril sin precedentes, por lo que no se los considera yacimiento comerciales”, expresa Mariano Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona. En rocas sedimentarias, las compañías petroleras solo han conseguido perforar hasta los 11.000 m, en las capas ígneas y metamórficas, de muy superior dureza, apenas han logrado perforar 3.300 m. A partir de allí la tecnología tropieza con escollos hoy por hoy insuperables, las presiones y temperaturas capaces de aplastar y derretir el entubado de los pozos.

La teoría inorgánica o abiótica cuenta hoy con pocos adeptos en las petroleras y la geología académica. Para los más críticos, esa doctrina es a la geología lo que el creacionismo es a la biología. Distinto ocurre en la astrobiología, interesada en el estudio de la biosfera microbiana profunda y por lo consiguiente en las teorías de Gold sobre la formación de hidrocarburos abiogénicos en el seno de la Tierra.
Por lo pronto, a muchos observadores, entre los que me encuentro, la hipótesis podría convertirse en una pesadilla, pues, de corroborarse, nos traerían más siglos de dependencia del petróleo y de emisiones contaminantes, como reflexiona Richard Heinber, “la falta de petróleo es una mala noticia, pero no peor que la abundancia de petróleo”.



Estimación de las reservas de petróleo (según teoría origen fósil) en el Mundo.

Fuente:

Entrelíneas – Revista de Red Eléctrica de España nº 11 ENE-MAR 2009