Las primeras evidencias del dominio del fuego Imagen: Homo erectus al amanecer, recolectando mariscos. Se ven las ascuas del fuego después de haber estado la hoguera encendida toda la noche | Richard Bizley
Jack London en su cuento “To Build a Fire”, traducido al español como La Hoguera, nos contaba las terribles consecuencias que sufría el protagonista por no poder hacer una fogata y es que el fuego ha permitido a diversas especies, a lo largo de la historia, colonizar territorios donde sin él no podrían haber vivido, convirtiéndose en un elemento imprescindible para su supervivencia.
Hacer fuego por medios naturales no es una tarea sencilla, eso está fuera de toda duda, la mayoría de las personas que lo intentáramos fracasaríamos una y otra vez. Este hecho lo que resalta no es la torpeza de nuestra especie, sino la inteligencia de las especies antecesoras que dominaron la técnica.
En 1940 Raymond Dart, informó del hallazgo de huesos animales ennegrecidos por el fuego datados en 3 millones de años, y que presumiblemente habían sido quemados a propósito por los homínidos que habitaban la cueva sudafricana donde se encontraron. Los fósiles asociados se clasificaron como una nueva especie, de nombre, Australopithecus prometheus. Hoy en día estos restos están considerados como Australopithecus africanus. Con el tiempo se demostró que los huesos estaban impregnados de manchas minerales, nada de fuego.
En la década de 1970 se descubrieron las evidencias más antiguas y fiables de fogatas. Se descubrieron en Koobi Fora y Chesowanja en Kenya. En ambos sitios, los arqueólogos encontraron fósiles e industria lítica asociada al Homo erectus. En Koobi Fora, la fogata fue datada en 1,6 millones de años y en Chesowanja, en 1,4 millones de años. Jack Harris de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey cree que el Homo erectus gracias al control del fuego pudo mudarse a las tierras altas más abiertas en busca de caza mayor "Por la noche, el fuego habría ayudado a mantener los otros grandes carnívoros a raya[…]necesitarían un fuego para no morir de frío a esa altura”. Para Harris, aparte de los múltiples beneficios que trae asociado el control del fuego, cocinar, conservación de la carne (ahumados), endurecimiento de herramientas, control de insectos, seguridad, etc. La principal ventaja que aprovechó el Homo erectus es la de colonizar territorios donde sin el fuego no podrían haber vivido. De hecho el Homo erectus fue la primera especie en salir de África, extendiéndose por Europa y Asia, colonizando regiones climáticas frías muy distintas de la sabana de donde provenían y a la que estaban morfológicamente adaptados.
Algunos de los colegas de Harris discrepaban sobre las pruebas de estas fogatas y sobre la capacidad del Homo erectus para controlar el fuego.
Una de las cuestiones que se planteaban es que si el Homo erectus había dominado proceso de producir fuego, con el transcurso del tiempo se deberían haber encontrado pruebas de la aplicación del fuego a otros usos más avanzados.
El registro de los fuegos encontrados a lo largo del tiempo por el Homo erectus es también muy irregular, cuestionándose si no serían más que restos de incendios fortuitos. Ralph Rowlett de la Universidad de Missouri-Columbia y sus colegas publicaron un análisis detallado de un grupo de cuatro fogatas posibles, encontradas en un yacimiento en Koobi Fora, demostrando que no podían ser productos de incendios forestales o caída directa de rayos.
Randy Bellomo aplicando diversas pruebas paleomagnéticas llegó a la conclusión de que estos fuegos fueron encendidos repetidas veces a lo largo de los años, apoyando la teoría de fuegos controlados y artificiales.
En la reunión anual de la Sociedad de Paleoantropología en Filadelfia, Brian Ludwig de la Universidad de Rutgers informó de los resultados de un análisis exhaustivo de los artefactos de piedra y restos de fabricación de herramientas. Él, personalmente, inspeccionó alrededor de 40 000 piezas recogidas de más de 50 sitios en África, que abarca el período de 2,5 millones a menos de 1 millón de años. Su objetivo era ver si las habilidades de talla del sílex en realidad había permanecido estática durante este período. Sorprendentemente encontró signos de alteración térmica en muchas de las herramientas.
Por el contrario Henry Bunn, de la Universidad de Wisconsin en Madison, dice que el control del fuego es un aspecto muy importante que va a exigir pruebas mucho más fuerte para convencer a todos en este aspecto.
Ofer Bar-Yosef, del Museo Peabody de Harvard, es también escéptico, poniendo en duda los restos de ceniza encontrados en las cuevas donde se halló el
Hombre de Pekín. Aunque Ofer Bar-Yosef si cree que existe una evidencia clara de que el Homo erectus hizo uso del fuego más tarde. Los hallazgos de círculos de piedra con claras evidencias de fuego y restos quemados de hace 400.000 años se han convertido en algo común en Europa. Nuevos hallazgos se hacen casi cada año, que pronto se describen con más detalle, que se realizan en lugares como la Piscina Beeches en Suffolk, Gran Bretaña y Schöningen en Alemania.
La aplicación de fuego controlado hace 400.000 años en las conocidas como
lanzas de Schoningen fue una prueba contundente que despejó muchas dudas respecto a su capacidad de caza y de fabricación de herramientas, a las que aplicaba como una técnica más un tratamiento con fuego controlado.
Clive Gamble de la Universidad de Southampton, opina que el uso que el Homo erectus daba el fuego nunca tuvo la importancia cultural y simbólica que tienen en el Homo sapiens, y su uso práctico para las necesidades básicas produjo como resultado un estancamiento tecnológico.
Si nos preguntamos cuando se dio el paso de empezar a cocinar los alimentos con fuego, nos encontraremos con más problemas, pero ya la dentición del Homo erectus se vio significativamente reducida respecto a la que presentaban las especies antecesoras de su línea evolutiva, se cree que es una consecuencia de su transición de una dieta vegetal con semillas y raíces de cierta dureza a otra donde la carne empezó a tomar mayor protagonismo.
Fue con nuestra especie, el Homo sapiens, cuando la dentición varió de forma espectacular, reduciéndose y adaptados para trabajar sobre alimentos más preparados, como son los que son cocinados con fuego, más fáciles de comer y digerir.
Fuente:
NewScientist