Respuestas Pendientes al finalizar el Año de Darwin: El Origen de la Vida Foto: A mediados de julio de 1837, Darwin comenzó a escribir en su bloc de notas “B” sobre la transmutación de las Especies, y en la página 36 escribió: "Yo Pienso" encima del primer árbol evolutivo de las especies | Vía Biblioteca de la Universidad de Cambridge
La Biblioteca de la Universidad de Cambridge, tiene una página web donde se publican hasta 20.000 documentos y 90.000 imágenes del trabajo de Charles Darwin, incluidos esbozos, pensamientos escritos y notas referentes a la edición de su libro "El Origen de las Especies", podéis acceder a ellos entrando en el siguiente enlace: Documentos de Charles Darwin
En el periódico Público, se ha publicado un artículo que trata sobre la pregunta que Darwin no pudo responder:
¿Cómo se formó el primer ser vivo que dio origen a las especies?Un siglo y medio después aún no hay pruebas concluyentes, pero sí dos escuelas opuestas.
Una señala que la primera forma de vida se originó en la Tierra, cuando el planeta era aún joven. Otros no dudan de que llegó del espacio, es la teoría de la Panspermia.
"Es 28 veces más probable que la vida se originase en el espacio", explica Chandra Wickramasinghe. Este astrónomo de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) ha defendido durante décadas la teoría de la panspermia. Afirma que el espacio está repleto de vida celular que queda atrapada en el interior de los cometas. Uno de ellos se hizo añicos cuando chocó con la atmósfera de la Tierra hace unos 3.800 millones de años. Aunque la mayoría de las bacterias murieron, una minoría sobrevivió al viaje e inauguró la vida en la Tierra. "La teoría que ahora resulta extraordinaria es la que pretende confinar la vida y su evolución a un único planeta", señala Wickramasinghe en un artículo que será publicado en el International Journal of Astrobiology. Según su visión, la vida es un fenómeno cósmico sustentado en bacterias que flotan en el polvo espacial.
La hipótesis se apoya en estudios que han demostrado que las bacterias pueden soportar condiciones extremas similares a las que vivirían durante un viaje interestelar. También en otros trabajos que han encontrado compuestos orgánicos básicos flotando en el espacio. En su contra está el gran peso de no haber encontrado vida extraterrestre por el momento.
Wickramasinghe asegura que la panspermia sigue ocurriendo aún hoy. Hace unos años, su equipo, financiado por la agencia espacial india, encontró bacterias a alturas de hasta 40 kilómetros sobre el suelo cuya presencia se detectó con globos sonda. El estudio ha sido desacreditado por algunos científicos y el propio Wickramasinghe reconoce que algunas dudas de que sus muestras estuvieran contaminadas son difíciles de refutar. Añade que, dada la importancia del descubrimiento, las grandes agencias como la NASA deberían repetirlo cuanto antes.
"Hace unos años, hablar sobre panspermia era suficiente para que los colegas te retiraran el saludo", recuerda el investigador del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid Ricardo Amils. "Hoy en día ya no hay sonrisas cuando se hace esta pregunta", añade. Amils estudia las bacterias que viven en Río Tinto (Huelva). El ambiente en el que habitan es tan extremo que sirve para investigar cómo sería la vida en Marte. Según el experto, la vida es mucho más robusta de lo que se pensaba hace unos años y varios estudios han demostrado que algunos microorganismos son capaces de sobrevivir a un viaje espacial. La única pega es que la panspermia no concluye el debate, sino que lo traslada, pues no explica cómo se formaron esas primeras bacterias que habrían llegado a la Tierra.
Muchos otros expertos creen que la primera chispa de la vida sucedió en la Tierra. Es lo que Darwin sugirió en una carta a su amigo Joseph Dalton Hooker en 1871. Describió en un escueto párrafo una pequeña charca caliente con amoníaco y otros productos químicos entre los que la luz o la electricidad pudieron generar una reacción que diera lugar a las primeras proteínas. Estos compuestos seguirían reaccionando hacia formas más complejas hasta originar una protocélula primitiva.
"Darwin acertó con la charca, pues al contrario que el océano, estos pequeños depósitos pueden secarse y acumular productos químicos, cambiar de temperatura y otros cambios necesarios para que se origine la vida", explica Jack Szostak, investigador de la Universidad de Harvard (EEUU). Su laboratorio es uno de los más adelantados en reproducir las reacciones químicas que dieron lugar a la primera célula, que podría ser muy diferente a las de hoy.
Ya han conseguido ensamblar membranas celulares capaces de crecer y dividirse. También han logrado material genético básico capaz de replicarse, es decir, el motor básico de la evolución. "Esperamos tener una protocélula capaz de reproducirse en unos años", señala Szostak. "Eso explicaría cómo emerge la evolución descrita por Darwin a partir de la química".
Mientras Szostak busca esa receta primigenia, el gurú de la biología sintética Craig Venter persigue el camino opuesto. Consiste en tomar una célula moderna e ir cortando su genoma hasta llegar al mínimo de genes capaces de sustentar la vida.
Al igual que la panspermia, estas líneas de investigación también llevarán a una nueva pregunta. Nadie podrá asegurar que la célula primitiva creada en un laboratorio es igual que la que surgió en la Tierra hace unos 3.500 millones de años. "Nunca podremos ver con exactitud lo que pasó", lamenta Henderson Cleaves, investigador del Carnegie Institution for Science, en EEUU.
El año pasado, Cleaves resucitó otra famosa teoría sobre el origen de la vida que había caído en desgracia. Se basaba en un experimento con matraces realizado en 1953 por Stanley Miller para probar que un chispazo en el océano primitivo creó los primeros componentes de la vida: los aminoácidos, ladrillos de las proteínas. Miller consiguió aminoácidos, pero su hipótesis sobre la atmósfera primigenia que envolvía a la Tierra era errónea. Más de 50 años después, Cleaves rescató resultados de un segundo experimento de Miller que también había generado los compuestos. En lugar de un antiguo mar, el experimento emulaba las condiciones de un volcán, donde, según los investigadores, podría haber surgido la codiciada primera célula.
Otros volcanes más pequeños que escupen agua desde el fondo del mar son también candidatos para haber aportado la primera forma de vida. En 2000, el barco estadounidense de investigación Atlantis descubrió en medio del Atlántico una forma de chimenea hidrotermal desconocida hasta entonces. Se trataba de torres de carbonato cálcico de más de 50 metros que escupían agua a una temperatura mayor que la del fondo marino. Las investigaciones posteriores en la zona, bautizada como la Ciudad Perdida, mostraron que su interior es un complejo entramado de diminutos receptáculos con un corte similar al de un tejido. Estos pequeños compartimentos hicieron las veces de primeras células, según el científico de la NASA Mike Russell. Los receptáculos permitieron que se concentrasen los compuestos que originaron moléculas complejas y energía hasta llegar al ADN y los genes.
De nuevo, la hipótesis no puede demostrar que eso fue lo que pasó, aunque los científicos no cejan en buscar más respuestas sobre el origen de las especies.
Público